Erik el Rojo by Tulio Fernández Mendoza
autor:Tulio Fernández Mendoza [Fernández Mendoza, Tulio]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9789585155725
editor: Penguin Random House Grupo Editorial Colombia
publicado: 2023-02-15T00:00:00+00:00
l mar estaba en calma y arrastraba el navÃo como una bellota. HabÃan pasado varios dÃas desde que zarpamos de Islandia. Erik miraba con nostalgia un amuleto de hierro forjado en forma de bucle que su hija le habÃa regalado antes de partir para alejar a los malos espÃritus. Yo divisaba constantemente el horizonte a la espera de encontrar el mundo desconocido y misterioso que me habÃa prometido.
Para navegar usamos un byrding, una embarcación pequeña diseñada para máximo cinco personas que nos habÃan dado en parte de pago por una deuda. No estaba en las mejores condiciones, pero por lo menos nos servirÃa para salir de Islandia; quedarnos en la isla habrÃa sido una imprudencia. Preparamos el barco con provisiones que nos duraran el mayor tiempo posible. Antes de partir, Erik habló con su esposa y sus hijos.
âEscúchenme bien, Thorvald, Thorstein, Leif, Freydis⦠Mientras no esté, deberán cuidarse y proteger la familia a toda costa. Cualquier herida que tenga uno de ustedes debe dolerle al otro. Cargarán mi nombre y el de sus antepasados con honor. Sean fuertes, pero nobles; duros, pero justos. No teman usar la violencia si es por una buena causa. En tres años volveré, y espero que me hagan sentir orgulloso. Yo pensaré todos los dÃas en ustedes. No lloren, pues nuestro reencuentro estará lleno de alegrÃa y muchas historias por contar. ¿Está claro?
âSÃ, papá ârespondieron los cuatro, intentando que su voz no revelara la tristeza que sentÃan.
El Rojo compartió los últimos momentos con su esposa y yo pasé tiempo con los niños. Les contaba una que otra historia, combatÃamos y les daba consejos para cuando estuvieran solos.
Finalmente llegó nuestra última noche en Islandia. Erik y yo vigilábamos el sueño de los demás. Me servà un poco de suero de leche mientras mirábamos el fuego consumirse.
â¿Has pensado a dónde iremos? âpreguntéâ. Thorvald fue exiliado de Noruega, pero esa condena no aplicaba a nosotros. Además, ya han pasado veinte años, es probable que no nos reconozcan⦠PodrÃamos, incluso, unirnos a alguien que esté saqueando Europa.
âNo âcontestó tajante Erik.
âMmmm, tal vez⦠âdije mientras me acariciaba la barbaâ podrÃamos ir donde los suecos; o con los Rus, que han conquistado Gardariki, al este; o unirnos a los daneses, que saquean Inglaterra y Francia.
âNo ârepitió mi amigo, pero esta vez pude notar un pequeño gesto de burla en su negativa.
âPor las patas de Sleipnir, Erik, ya tienes planeado algo, ¿cierto?
Estalló en una sonora carcajada e, incapaz de seguir ocultando su secreto, dijo:
âHe pensado mucho en lo que ha ocurrido. Parece que los dioses me empujan a cambiar de hogar una y otra vez, como si no quisieran que fuera un apacible granjero, como si esperaran que hiciera algo más⦠Pasé muchas noches en vela hasta que al fin vino a mÃ. ¿Recuerdas a Gunnbjorn Ulfsson?
âEl comerciante de Haukadal⦠el que fue a tu boda y narró esa extraña historia de cuando se perdió con su embarcación âdije, y entendà lo que planeaba Erik.
Sonrió y alzó la copa.
âSeguiremos la ruta de Gunnbjorn.
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